Sí, como lees, soy un leproso agradecido porque he sido curado de las llagas del alma.
Jesús sanó diez leprosos, los cuales, regocijados por su milagro, se fueron a dar las buenas nuevas.
Pero solo uno se devolvió para agradecer a Jesús.
Me he devuelto de entre la multitud para agradecer, como lo hizo el leproso aquél.
Jesús enseñó que debemos ser agradecidos.
Agradezco porque estoy vivo, puedo ver, puedo caminar, puedo sentir, puedo percibir olores, puedo amar y estar en relación con mi prójimo.
Agradezco porque tengo y puedo hacer tantas cosas...
Y sobretodo, agradezco a Dios por mi mayor riqueza: mis hijos a quienes amo con amor inalterable.
Sí, soy un leproso agradecido.
Qué te parece, Toño?
Comentarios