La Almohada de Jacob
Jacob y Esaú
eran gemelos. Esaú salió primero del vientre de su madre y Jacob salió aferrada
su mano al talón de su hermano.
Cuando
crecieron, sus vidas quedaron definidas. Esaú era cazador y le gustaba estar al
aire libre en la campiña, mientras que Jacob era un hombre quieto, pensativo y
calculador y amaba la comodidad del hogar.
Rebeca tenía
preferencia por su hijo Jacob y le había contado que cuando ambos (Esaú y
Jacob) estaban en su vientre se peleaban y Dios le reveló que en el futuro el mayor
serviría al menor.
Con esta
revelación Jacob esperó el momento oportuno, y un día en que su hermano venía
cansado y hambriento, hizo que éste le vendiera el derecho de su primogenitura
a cambio de un plato de lentejas que había guisado.
Después de haber
obtenido el derecho de la primogenitura, Jacob ayudado por su madre, consiguió
con astucia y engaño la bendición de Isaac, su anciano padre que estaba ciego por la
edad.
Esaú juró
vengarse de su hermano, una vez que su padre muriera y pasaran los días de
luto.
Advertido por su
madre, Jacob huyó con destino a la casa de su tío.
En el trayecto
se detuvo en un paraje para descansar porque ya había anochecido. Juntó piedras
para recostar su cabeza y se durmió rápidamente a causa del cansancio.
Jacob soñó con
una escalera que se apoyaba en la tierra y llegaba al mismo cielo y ángeles subían
y descendían por ella y Dios estaba en lo alto de ella.
Esa noche Dios
le habló y le reiteró la promesa de Abraham de darle la tierra donde estaba
recostada su cabeza.
Jacob despertó
espantado y exclamó: “este lugar es casa de Dios y puerta del cielo”.
Temprano en la mañana,
tomó la piedra que le había servido de almohada y erigió un monumento como
señal de que ese lugar era casa de Dios y un portal celestial.
Hasta aquí el
relato bíblico de Jacob.
La Piedra del Destino
Cuenta la
tradición de que la piedra usada por Jacob como almohada es la misma que usan
en la coronación de los reyes de Inglaterra.
La leyenda dice
que la piedra de Jacob fue llevada a Egipto en donde se la dieron a José.
Moisés la llevó
durante el éxodo hacia la tierra prometida y
es la misma piedra a la cual Moisés golpeó con su vara y salió agua.
La piedra llegó a Canaán y sirvió para coronar
a los reyes de Israel durante casi 18 años, y que ésta sirvió de
pedestal para el arca de la alianza ubicada en el templo del rey Salomón.
Cuando Nabucodonosor invade Jerusalén en el
año 602 A.C. el profeta Jeremías huye
con esta piedra hacia Egipto, y se dice que gracias a Jeremías la piedra llegó
a Irlanda.
La piedra se
empleaba en la coronación de los reyes escoceses y en el siglo XIII el rey
Eduardo I capturó la piedra y la llevó a Inglaterra.
Desde 1308 hasta
1996 la Piedra del Destino estuvo en la Abadía de Westminster, lugar donde se
corona al rey de Inglaterra.
Pero en el año
1996 el gobierno británico devolvió la Piedra del Destino a Escocia, con la
condición de que vuelva a Inglaterra solamente en futuras coronaciones.
Existe un grupo
denominado israelismo británico que considera a la monarquía británica como
legítima heredera de los antiguos israelitas.
El profesor
Harold Totten, catedrático de Ciencias de la Universidad de Yale, ha señalado que los
reyes están convencidos que la Piedra del Destino posee poderes mágicos que a
los soberanos les da sabiduría, riqueza y salud.
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