Letrinas públicas de la antigua Roma |
Desde siempre, los gobernantes que ejercen dominio
sobre la sociedad han establecido impuestos a sus gobernados, con el fin de
realizar sus obras y mantener los enormes gastos que conlleva su permanencia en
el poder, y para tales fines gravan todas las
actividades que rinden un beneficio pecuniario.
En su insaciable voracidad fiscal establecen impuestos
ridículos, y solo les interesa engrosar sus arcas, en desmedro de los que ejercen
una modesta actividad económica.
El impuesto a la orina
En el año 70, el emperador Vespasiano decretó un
impuesto a la orina que se vertía y recogía en las letrinas públicas de Roma.
La orina era utilizada por su alto contenido de amoniaco por los curtidores de
pieles y por los lavanderos para limpiar y blanquear las togas de lana.
Tito, su hijo, le recriminó por el asunto de la
letrina, entonces el emperador le dio a oler una moneda de la primera
recaudación y le dijo: “el dinero no huele” (pecunia non olet).
Impuesto a la
barba
En 1535, el rey Enrique VIII estableció un
impuesto a
la barba, de forma gradual, según la escala social del portador.
Estuvieron
exentos de este impuesto el clero y la realeza.
La barba era un signo de poder económico y social.
En la Rusia del siglo XVIII, el zar Pedro el Grande
estableció un impuesto especial a pagar por hombres que tuvieran barba.
La idea de este gobernante era modernizar el país, ya que veía que otras naciones europeas tenían como líderes a hombres de rostro afeitado.
La idea de este gobernante era modernizar el país, ya que veía que otras naciones europeas tenían como líderes a hombres de rostro afeitado.
Los que pagaban el impuesto obtenían un medallón de bronce que se debía llevar
puesto en el cuello.
Impuestos fallidos al chicharrón, el gofio, la tripita y el conconete
La República Dominicana no podía quedar atrás con el
establecimiento de impuestos ridículos.
En la reforma
fiscal del 2012 se pretendió poner impuestos al gofio, el friquitaqui, arepa
dulce y salada, tripita, chicharrón, chimichurri, al conconete, a la masita y
otras menudencias.
El Ministro Administrativo de la Presidencia, José
Ramón Peralta, lo negó y dijo que se debió a un error de impresión, esa parte
del proyecto de reforma que se presentó ante la opinión pública.
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