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Caín, Dios y yo


En Times Square, en la ciudad de New York, un periodista retirado se encuentra con un extraño personaje llamado Caín, con quien comparte vivencias personales y discute temas referentes a la dualidad del universo y la existencia de Dios.

En  esa conversación se hace presente un amigo ateo, con el cual comparten sus criterios de Dios, el hombre y la religión

A continuación copiamos un fragmento de este encuentro:

—Caín, Beto es ateo— le dije, con el propósito de iniciar una conversación filosófica o teológica.

Caín sonrió ampliamente y mantuvo silencio.

Beto explotó de risa y con aquella jovialidad que siempre le ha caracterizado me dijo:

—Tú siempre buscando una oportunidad para armar discusiones.

Entonces, Caín tomó participación y volvió su mirada hacia Beto y dijo:

—¿En realidad eres ateo?

Se produjo una breve interrupción debido a que unos turistas nos bloquearon para tomarse unas fotos con los policías montados a caballo que están en la plaza, brindando atención e información a sus visitantes.

Beto reanudó la conversación diciendo:

—Caín, no soy ateo en el sentido etimológico de la palabra ni propugno por doctrinas ateas, ni nada por el estilo, pero sí, soy ateo en el sentido de que ignoro la existencia de Dios; no sé si Dios existe o no, por lo tanto, no puedo negar lo que no sé si existe o no.  Yo creo en lo que es comprobable y se puede verificar. La misma ciencia no ha podido demostrar si Dios existe, pero tampoco ha podido demostrar que Dios no existe, y en ese sentido la ciencia está en un limbo.

Beto miró a Caín fijamente a los ojos y continuó con su exposición: 

—Creo que Dios no creó al hombre sino que el hombre creó a Dios. Me da lo mismo si Dios existe o no. Dios es solo un concepto creado por la religión.

—Me parece que eres nihilista—interrumpió Caín.

—No, soy humanista, creo en el hombre, yo prefiero ser humanista, proyectarme en un mundo de hombres preocupados por los hombres. Aspiro al advenimiento de un mundo mejor, en donde los hombres vivan como hermanos y no haya fronteras, ni religiones que separen los hombres. Estamos aquí por un accidente y hemos evolucionado y progresado y es de nosotros decidir si queremos seguir existiendo o enfrascarnos en luchas ideológicas y creencias religiosas que nos dividen y traen conflictos que inevitablemente nos están llevando al exterminio de la raza humana.

Fuente: Libro titulado Caín, Dios y yo.

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