Jesús iba caminando y le seguía una multitud emocionada que lo empujaba y le tocaba, pero solo una mujer, llena de fe, le tocó y fue sanada de su triste y prolongada enfermedad.
Bastó con solo tocar el borde del vestido del Rabí de Galilea y una descarga de poder salió en favor de la fe y en contra de la enfermedad.
No hubo rito, ni oración larga, solo una fe poderosa, tan poderosa que el mismo Jesús tuvo que decir: quién me ha tocado? porque poder ha salido de mí.
Haz tú como esa mujer.
Bastó con solo tocar el borde del vestido del Rabí de Galilea y una descarga de poder salió en favor de la fe y en contra de la enfermedad.
No hubo rito, ni oración larga, solo una fe poderosa, tan poderosa que el mismo Jesús tuvo que decir: quién me ha tocado? porque poder ha salido de mí.
Haz tú como esa mujer.
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