Al Lugar Santísimo solo el sumo sacerdote podía entrar una vez al año (el día de la expiación).
Se quitaba sus vestimentas oficiales y se vestía humildemente de blanco; y debía llevar cuando estuviera ministrando campanillas de oro para oír su sonido en el santuario.
Cuenta la tradición que se le amarraba una soga para halar al sumo sacerdote si moría en el Lugar Santísimo.
Tal era la santidad de ese glorioso lugar.
Qué te parece?
Comentarios