El título no es para alarmarse, ni causar el “rubor moral” de hipócritas moralistas de pacotilla. Pudiera haberse titulado “Maritza, la prostituta”, o más estilizado: “Maritza, la meretriz”, pero la realidad es que en su barrio, desde su niñez, le llamaron: “Maritza la cuero”. Y esta es una de las historias que suceden a diario en este país. Le llamaban Maritza la Cuero , por sus incesantes actividades promiscuas y favores sexuales a cambio de dinero. Maritza fue violada por un tío suyo a los once años de edad. Ese día que marcó su vida, su tío le regaló cinco mil pesos para que no hablara y la consabida amenaza de matar a su madre si lo denunciaba. Maritza vivía humildemente con su madre soltera, su padre había abandonado el hogar cuando ella tenía dos años de existencia. Emiliano, tío de Maritza, la visitaba cada quince días para mantener sus relaciones incestuosas y darle el dinero de sus caricias vendidas, y le instruía de que cada favor sexual se te
José Núñez Grullón