Por JUAN T H “No puede concebirse que Haití, dado su rabioso amor a la autodeterminación, acepte ningún género de intervención de carácter internacional en sus asuntos internos. Pero sería posible el establecimiento entre Haití y Santo Domingo de una constitución paralela que garantice la existencia en toda la isla de un régimen democrático fundamentalmente idéntico para los dos países. Bajo una Carta Orgánica refrendada por los dos pueblos y similar en sus líneas esenciales, Haití y Santo Domingo podrían ayudarse mutuamente y el status internacional a que se acojan por su propia voluntad serviría de cortapisas a las extralimitaciones de sus gobernantes y constituiría a la vez un obstáculo contra los abusos de poder y contra las tiranías unipersonales”. “El caso no sería único en la historia. Corinto, Esparta y Atenas, formaron una anfictionía que funcionó admirablemente hasta que esa unidad fue destru
José Núñez Grullón