Frente a la playa,
pisando la arena mojada,
oyendo el rumor de las olas,
con su eterno vaivén,
el éxtasis me invade,
y centellas luminosas
acuden a mi encuentro
para darme solaz.
Y el sol crepuscular,
con la magia del atardecer,
me envuelve en sus colores,
dándome sus primores
y un placer inmenso
que embarga mi ser.
Y cuando llega
la noche de estío,
vestida de azul,
con su manto estrellado,
me baño de luna
y acaricio una estrella,
y trasciendo el espacio,
navegando por mundos
ignotos y vaporosos,
con un cuerpo ingrávido,
traslúcido y etéreo.
Y en esa realidad incorpórea
mi ser se explaya y dilata
y soy uno con el infinito,
y puedo tocar la nada.
Es arrobamiento total,
la trascendencia de mi ser.
pisando la arena mojada,
oyendo el rumor de las olas,
con su eterno vaivén,
el éxtasis me invade,
y centellas luminosas
acuden a mi encuentro
para darme solaz.
Y el sol crepuscular,
con la magia del atardecer,
me envuelve en sus colores,
dándome sus primores
y un placer inmenso
que embarga mi ser.
Y cuando llega
la noche de estío,
vestida de azul,
con su manto estrellado,
me baño de luna
y acaricio una estrella,
y trasciendo el espacio,
navegando por mundos
ignotos y vaporosos,
con un cuerpo ingrávido,
traslúcido y etéreo.
Y en esa realidad incorpórea
mi ser se explaya y dilata
y soy uno con el infinito,
y puedo tocar la nada.
Es arrobamiento total,
la trascendencia de mi ser.
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