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Carta a la Organización de Estados Americanos

Por Sara Pérez. 26 de noviembre de 2014 - 9:00 am - 

Debían proponerle a Fernández que dicte no una cátedra, sino un ciclo de conferencias educativas, (a las que las principales universidades del mundo debían asignarles valores en créditos académicos), sobre cómo democratizar la impunidad personal explayándola hacia los testaferros y cómo desmantelar los derechos humanos y políticos de una república
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Foto: Acento.com.do/archivo./Leonel Fernández ante la OEA.
Distinguidos señores de la OEA:
El pasado jueves 13 de Noviembre, ustedes recibieron en sus salones de Washington DC, la honrosa visita del ex-presidente dominicano Leonel Fernández, quien disertó brillantemente sobre lo que él mejor domina y más le importa: Derechos Humanos y Democracia.
Espero que la institución haya apreciado en todo su lumínico y resbaloso valor, el detalle de que justo durante la actividad -no después, ni en otra ocasión- y ante la pregunta hecha por uno de los asistentes, este ilustrado Estadista, justificara la defensa de su “honra” -que nadie ha visto en varias décadas-  mediante las acciones violentas e intimidatorias de grupos de matones, pagados con dinero del gobierno dominicano.
Supongo que ustedes, como especialistas advertidos y más que avezados, habrán tenido el tino de descartar el resto del discurso y conservar lo medular: el respaldo a esas pandillas que agreden, golpean y amenazan a quienes intentan ejercer su derecho a repudiar los actos de corrupción y la sempiterna impunidad sobre los que descansan nuestro “orden” social y que de tan eficiente sombrilla le han servido a su distinguido invitado.
Nótese que entre los agredidos por los paleros de don Leonel en República Dominicana (y entre los intimidados por calieses en Washington) se incluyeron varias señoras -no solo la que aparece en las fotos- pero no vayan a confundir esos episodios con la vulgar represión ordenada por un dictadorzuelo que no pudo ser abortado, sino que se trató de una forma, un tanto vehemente, de homenaje a las Hermanas Mirabal, a las que también se les rinde un gran tributo con algunas disposiciones del nuevo código, en el que los derechos de las mujeres se elevan a la categoría de los derechos de las gallinas ponedoras, metidas en una granja.  En comparación con la loable finalidad de soltar a los matones para honrar a las Mirabal, las agresiones a la poca prensa que no es la suya, hasta pueden pasarse por alto.
Lo cierto es que ustedes merecen las más entusiastas felicitaciones, por organizar esta clase de trascendentes cursillos y me permito hacerles unas sugerencias para que se amplíen con unos subtemas, que muy pocos podrían abordar con más propiedad que el señor Fernández.
Con relación a los derechos humanos, solicítenle que haga hincapié en describir las técnicas para convertir en una política pública, no enunciada, pero sí ejercida diariamente, la estrategia de confrontar problemas sociales con el exterminio físico  de jóvenes delincuentes, o presuntos delincuentes, sin educación y sin trabajo, a quienes,  los deshechos políticos que los generan, miran como deshechos sociales evaporables. Un maravilloso tema sería el relativo a un congreso lleno de delincuentes y ladrones, que endurece las leyes contra los adolescentes y niños marginados, involucrados en situaciones criticas y de alto riesgo, que no expresan la malignidad de los protagonistas, sino su indefensión y abandono.
No es poco lo que el ex-presidente puede explicar sobre los procesos de democratización de la zozobra y la violencia y del respeto a los derechos humanos de él y de los integrantes del Comité Político de su Partido, en especial, el derecho humano de enriquecerse mágicamente, al frente de instancias gubernamentales fallidas y quebradas.
No olviden ahondar en la mayúscula especialidad del disertante en ese mismo renglón de derechos humanos: la generación formalizada de apátridas, para lo que ha contado con el muy católico entusiasmo del Cardenal López Rodríguez y el muy trujillista asesoramiento de Vincho Castillo, personajes de los que ustedes deben tener algunas noticias, por sus aportes históricos, desyerbando cualquier escuálido brote de alguna reivindicación o derecho y en el abono de la criminalización de la pobreza y de la capitalización política de la discriminación racial y de la segregación contra los dominicanos de origen haitiano y la hostilidad hacia los inmigrantes indocumentados, todo, en el marco de un maravilloso sistema, en el que el mismo gobierno que importa a los indocumentados, también sale a perseguirlos.
Debían proponerle a Fernández que dicte no una cátedra, sino un ciclo de conferencias educativas, (a las que las principales universidades del mundo debían asignarles valores en créditos académicos), sobre cómo democratizar la impunidad personal explayándola hacia los testaferros y cómo desmantelar los derechos humanos y políticos de una república, metiéndose el sistema de Justicia por un hoyo de la nariz, junto con cualquier instancia de arbitraje ajena a sí mismo.
No olviden insistir en que explique cómo democratizar la repartición de los ingresos del país, sirviéndose con su mano, la ración que estime propia e incorporando como empleados del gobierno, al 100 por ciento de la militancia de un partido.
De gran utilidad, para entender los esfuerzos del ex-presidente en el fortalecimiento de la democracia dominicana, es el espléndido episodio de convertir a un adversario en un canchanchán, por obra y gracia de la más gratuita buena voluntad y de algunos préstamos bancarios estatales, tan desinteresados, que hasta carecen de garantías.
Un inconmensurable aporte del doctor Fernández, constituirían sus profundas conceptualizaciones -con ejemplos prácticos- de cómo internacionalizar los derechos humanos y la democracia, firmando contratos con empresas mineras, hechos exclusivamente a beneficio de las empresas mineras, con lo que un país con más de un 40 por ciento de su población viviendo en la pobreza, da el generoso ejemplo de renunciar a sus recursos -y hasta de sacrificar su medio ambiente- para hacerle donaciones caritativas al capital extranjero.
Eso, aparte de lo que debía explicar, para ilustrarnos a nosotros, los ignorantes, sobre otras muchas empresas de solidaridad internacional, como ayudar a Perú a realizar sus elecciones, contribuir con la solidez de la banca panameña inyectándole capitales de orígenes indiscernibles -que no son desdeñados prejuiciosamente con sospechas infundadas- y/o reconstruyendo a Haití, mediante contratas concedidas y ejecutas con la más absoluta transparencia y el mayor rigor administrativo, poniendo en evidencia, además, uno de los más espectaculares e inspiradores  casos de superación personal, al convertir un humilde sastre de San Juan de la Maguana, en un tycoon multinacional de las construcciones, entre otros renglones económicos, no todos dilucidados.
Tampoco deben echar a un lado, el tema de su muy democrático uso del presupuesto nacional, sin distraerse en irrelevancias, como el cumplimiento de los reglamentos para hacer desembolsos, aunque eso conlleve dejar tras sí, hoyos financieros que se prestan para abonar cualquier calumnia y que habrían servido hasta para meterlo preso, si él no hubiera tenido la precaución de maniatar las eventuales locuras y desconsideraciones de la institucionalidad.
Sería muy aleccionador que les explica a ustedes (y ojalá puedan asistir en pleno la ONU y a la FAO), para que él les explique cómo repartir cajas navideñas a una multitud desmigajada, para combatir el hambre y cómo confrontar los problemas del caos del transporte, con el simple acto de poner a doña Margarita a repartir dos o tres prótesis, entre los afortunados que pierdan alguna extremidad en la epidemia de accidentes de tránsito.
Ah! Cuidado con dejar afuera los medulares temas de cómo amarró -desde antes de las elecciones- la reforma al Código laboral, para que las condiciones de trabajo progresen hacia el siglo XVIII y cómo “elegir” a un presidente, comprándole los votos de uno a uno.
Y no olviden solicitarle que trate el tema de la democratización política, mediante el sagaz recurso de asimilar el gobierno a un partido único, para que así nadie quede marginado de los beneficios de tener a ese partido como vitalicio administrador y omnipresente vigilante.
Su Segura Servidora.
Sara Pérez
Nota: Me avisan si necesitan más sugerencias.
Reproducido de:

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