En el año 1074, Isaac Newton escribió una carta para
refutar a los que creían que el fin del mundo estaba cerca, estableciendo que
el fin del mundo podría ser en el año 2060.
El insigne científico sacó sus conclusiones del Libro
de Daniel en el Antiguo Testamento, señalando que para el tiempo probable del
fin del mundo debían pasar 1.260
años después de la refundación del Santo Imperio Romano por Carlomagno ocurrida
en el año 800, una suma que da como resultado el año 2060 después de Cristo.
Sir Isaac Newton señala
que “no lo hace para afirmar cuando será el año del apocalipsis, sino para
poner fin a la conjetura de hombres imaginativos que señalan que el fin será
pronto”.
La carta en cuestión
forma parte de unos manuscritos donados en 1969 a la Universidad Hebrea de Jerusalén por el coleccionista Abraham Shalom Tehezquel Yehuda
quien los había comprado en una subasta en Londres en 1936.
Muchas fechas han sido
profetizadas para el fin del mundo y todas han sido fallidas.
La más reciente de estas
fechas fue la profecía maya.
La predicción científica
nos advierte que el fin del mundo puede ser en cualquier momento, ya que este
es un planeta muy vulnerable. Puede ser por el choque de un asteroide, un
cometa que se estrelle en la tierra o una gran tormenta solar que calcine la
vida en el planeta.
La gran profecía científica
es que el planeta tierra dejará de existir cuando nuestro sol envejezca.
Dentro de
5.000 millones de años, el Sol habrá consumido todo el combustible de su
núcleo, el hidrógeno. Entonces, comenzará a fusionar helio. Se hará cada vez
más grande y se volverá rojo. Su tamaño será diez veces el que tiene hoy, y
ocupará todo el cielo.
Se tragará a todos los planetas del
Sistema Solar interior: Mercurio, Venus, la Tierra y tal vez Marte. El resto de
planetas se achicharrarán por el calor y la intensa radiación.
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